viernes, 25 de noviembre de 2016

Siempre quise contar cuentos para tapar agujeros

Cuento cuentos para llegar a los puntos muertos. Espacios interlineados, monumentos oxidados, niños sin nombre, libertades sin piernas, ojos tan buenos que quedaron sometidos a crucifijos.

Siempre vi el lado oscuro de la vida, y lo máximo que quise en la mía, fue dar sonrisas. Romper con amor lo olvidado, entregar en abrazos todo lo que nunca fue dado. Nunca se me apagó la prisa, pero me entretuve con el dolor que todo ello supone.

Y ahora, cada vez que respiro, más fuera estoy de mi nido. Me siento tan desastre profundo que, aún ahora viajo sin un rumbo fijo en mi consciencia. Y ella, cada vez más trapera, me seduce en juegos de la ira y la tierra sin tierra. Porque, de tanto subir al cielo caí en agujeros negros, de tanto tocar el suelo quise refugiarme adentro. De tanto dar, acabé por odiar. De tanto odiar, quise volver a ser todo lo que fui tiempo atrás.

Y por fin, polaridades que conseguí atravesar. La realidad cada día aparece haciéndome recordar, para bien o para mal, que todo existe en este lugar.

Y ahora juego con lo que aparece en cada minuto. Soy tanto que tendré que aprender a creerlo, ir como el viento sin importar el tiempo, recuperar la inocencia, ir por delante de todo lo que fui y no pude verlo en el momento.

Tantas piedras me tiré en cada asiento, tanto me rallé por ser la pureza que no revienta aún y el mal cuerpo que va por dentro y por fuera, pero que en cambio, con los años aprendí a desaprenderlo y eso me rompió como fuego que se da cuenta que acabará en ceniza.

Aprendí a reconciliarme conmigo misma. Saber que todo lo que odié de mi fue mentira, entendí que fue un lujo querer amar tanto que me hizo acabar sometida, que preferí ser así antes que romper a alguien.

Siempre me sentí un alíen y me torturé por no formar parte de lo que iba viendo, sintiendo, resistiendo.

Siempre fui paraguas para el agua y de tanta lluvia ya no recuerdo como coño pude hacerlo…

Cuando de niña frágil me sentía y ahora que tan fuerte me siento, me tiemblan los nervios en cada movimiento.

Y ya no sé si respiro por saberlo o por sentirlo, quiero volver al inicio dónde todo iba siendo aprendido sin ni siquiera saberlo.
Y en este espacio entre párrafos me siento como letras en cada movimiento dado, y sigo a pulso tendido, intentando volver a lo ignorado, regresar en lo encontrado, e irme hacia lo que siempre estuvo y hacia lo que me está esperando. 


1 comentario: